En las artes escénicas, las tecnologías biomédicas tienen la capacidad de fomentar un entendimiento crítico de los cuerpos como procesos incompletos, inestables y distribuidos. La información biológica (bio-data) se puede readaptar de forma creativa para subvertir relatos positivistas y normativos de seres singulares y, en su lugar, apuntar a devenires plurales y relacionales. Debido a la mayor accesibilidad de los biosensores en la cultura contemporánea, los artistas tienen un papel fundamental en la alteración de los valores implícitos que informan correlaciones entre los cuerpos y los datos. A través de la práctica coreográfica y composicional como investigación, utilizamos los biosensores para intervenir en análisis reductivos de la fisiología y el tiempo como fenómenos internos e involuntarios, a partir de los cuales se pueden explicar las experiencias humanas. Resistimos las consideraciones seductoras de la tecnología como medio para revelar o representar aspectos invisibles de la corporización. Resistimos los usos de la tecnología que afirman ampliar el cuerpo mientras lo definen implícitamente en relación con el aparato de su aumentación. En su lugar, invitamos a los biosensores a instigar relaciones indiscriminadas y poli-temporales entre la fisiología, el movimiento, la música, los medios y el entorno. Utilizamos estetoscopios electrónicos y electrocardiogramas específicamente porque las ricas estructuras temporales observadas en el cuerpo proporcionan contextos excepcionalmente desafiantes para la construcción del tiempo escénico en general y el tiempo musical específicamente, a la vez que sugieren flujos multidireccionales entre los intérpretes y los observadores – animados e inanimados. Esta práctica como investigación está siendo desarrollada mediante nuestro proyecto Coreografía y Composición del Tiempo Interno, que incluye experimentos escénicos con bailarines y músicos, además de creaciones orientadas al escenario y la instalación.